sábado, junio 30, 2012

El Elegido


A pesar de que Fernando siempre fue apartidista, cuando íbamos en el taxi la última vez que nos vimos, le dijo él al chofer "por puritito sentido común, Obrador". No elijamos a nadie que se aprovecha de la ignorancia y la pobreza de un pueblo, si no, he aquí su sarcasmo:




jueves, junio 21, 2012

Índigo






Pues sí, soy un niño índigo. De esto me enteré gracias a los poderes extrasensoriales de una pariente que hasta hace tres meses no conocía. Me dijo: “Desde la primera vez que te vi, quise hablar contigo. Tienes un aura muy extraña; dime ¿crees en Dios?” Una prima ya me había puesto al tanto de sus esotéricas tendencias y di una respuesta tan ambigua como el sujeto de la pregunta. Ella insistió con cosas por el estilo y yo seguí respondiendo que no sabía, que tal vez, que por qué no. Después de un rato me cansé de su vocecita de canario resfriado y me sinceré: “Mira, sé que tú eres espiritualista-limpia-chakras-médium a domicilio, y está bien, cada quien se gana la vida como puede. Pero a mí esas cosas, como mi ombligo”. “¿Sabías que de tu ombligo brota el hilo de plata que te conecta con el Universo?”, insistió ella, muy sonriente. No me pregunten cómo, pero en algún momento de la plática ella tuvo una revelación: “¡Tú eres un índigo!”, dijo con el hilo negro entre sus dedos. Ignorante del término, repuse: “Será méndigo”. “No, no”, siguió ella “eres índigo; estás en un nivel de conciencia superior”. Aquello sonó muy bonito. “¿Y qué se supone que significa eso?” pregunté muy índigamente. “¡Casi nada!, los índigos están llamados a cambiar el mundo”. Yo, que NO soy globalifóbico y compro piratería, me reí de la ocurrencia. “A mi me gusta el mundo tal y como está”. Ella se puso seria: “No mientas, por favor. Tú eres alguien que no soporta la ignorancia de los demás”. Bueno, la pariente sabía cómo hacer su chamba. “Está bien, eso te lo acepto. Pero entonces todo el mundo es índigo; ¿quién no se cree más inteligente que los demás?” “Te encanta hacerte el tonto, ¿verdad?”. Debí haber respondido ‘¿y a quién no le encanta hacerse el tonto?’, pero ella comenzó un detallado desglose de las cualidades inherentes a la personalidad del niño índigo, las cuales, por cierto, hallé muy similares a las del tipo bipolar y, por ende, reconocí muchas de ellas en mi carácter. Por poco y caigo en la chifladura de aquella habitante de la Historia Sin Fin. Debo agregar que a pesar de sus cincuenta y tantos su escote era lo suficientemente firme como para seguir a su lado sin mirarla a los ojos. Lo más curioso del asunto era que su marido, primo de mi papá, estaba sentado junto a ella, borracho y efusivo, y se paraba continuamente de su silla para brindar a la salud de lo que fuera. La pariente entonces perdía toda su chakralidad y con voz autoritaria, golpeando y pellizcando a su marido, decía “¡Ya cállate!”… “¡Ay, por favor, siéntate ya!”… “¡Que te calles, carajo!”; y luego, volviendo a su chamanismo, continuaba delicadamente: “El amor que uno recibe, es igual al amor que uno da”. Una semana después me topé con un programa del canal Infinito (mea culpa) en el que un doctor (así le decían) argentino y un investigador (así se hacía llamar) mexicano hablaban de los índigos y sus múltiples virtudes. Afirmaban que los científicos reconocían ya las particularidades de los susodichos, llegando a encontrar que varios de sus cromosomas estaban abiertos y que eso significaba que su desarrollo físico-mental era considerablemente más notable. Después me enteré que esto es ya materia de best sellers y simposiums a los que asisten personas muy parecidas a las que compran libros de arte sólo para adornar la mesa de centro de sus salas minimalistas. Así que ya lo saben: soy un niño índigo. He venido a este cochino mundo para transformarlo en algo mucho mejor. Es sólo que ahorita me gana la hueva.

sábado, junio 16, 2012

Insomnios





1-800-411-2366

Tono – Tono – Tono
Teleshopping Internacional agradece su llamada, buenas noches, mi nombre es Romina, ¿en qué puedo servirle? Quiero comprar el producto ese para bajar de peso… ¿Cuál de todos señor?, ¿el redu-grass, el losing-fat, el kitalonj, la crema del doctor Castañón? Eeeehmm. ¿O se refiere usted a alguno de nuestros aparatos? Sí, eso. ¿Cuál es el que busca?, ¿el muscle-tonner, el power-tool, el easy n’ fast? Ese. ¿El easy n’ fast? Sí, ese. Excelente decisión, señor, ¿con qué tarjeta de crédito va a pagar? Masterworld. Bien, permítame un segundo. Oye. A sus órdenes. ¿Me dijiste que te llamas Romina? Así es, señor. Es un bello nombre. Gracias. ¿Cuántos años tienes Romina? 23, ¿cuál es el número de su tarjeta? ¿23 años?, eres muy joven Romina, ¿qué haces en un trabajo tan feo? A mí me gusta. Claro, perdón, no quise ofenderte. No hay problema, señor. ¡Pero no me digas señor!, mi nombre es Rómulo. ¿Rómulo qué?, es decir, necesito su nombre para llenar los datos. Rómulo Munguía Narvarte. Gracias. De nada, preciosa. Ja, ja, ¿y usted cómo sabe que soy preciosa? No sé, pero me imagino. Ja, ja. Me gusta tu risa, Romina. ¿En serio? Te lo juro. Ja, ja, ¿a qué código postal sería enviada su compra? ¡Y tu voz!, ¡qué bárbara!, deberías trabajar en una estación de radio. Sí, ¿verdad?, ya me lo habían dicho, ¿me podría dar su código postal? No lo haré hasta que dejes de hablarme de usted. Oh, está bien, ¿cuál es tu dirección Rómulo? ¿Ya tan rápido?, ¡pero si apenas nos estamos conociendo! Ja, ja. Vivo cerquita de ti. ¿En serio? Eso espero, ¿de dónde eres Romina? De Monterrey. Mmm, bueno, en camión haría como ocho horas, ¡por esa voz y esa risa iría hasta a pie! Ja, ja. Soy de Aguascalientes, Romina, calle Plata número 180, colonia Minera, código postal 20030 y el número de mi tarjeta es 5024961272408. Gracias Rómulo. De nada chulada, creo que hasta mi nombre suena bien cuando tú lo dices. A mí me gusta. ¿Ya ves?, a mi me gusta tu nombre, a ti te gusta el mío, lo único que falta es decidir dónde viviremos. Ja, ja, está bien, todos tus datos son correctos, el producto será enviado por paquetería y llegará en diez o doce días, tiene garantía por dos meses y en caso de alguna descompostura se lo… perdón, te lo cambiaremos sin cargos adicionales. Perfecto, sabes, en verdad no lo necesito, es sólo que no puedo dormir, sufro insomnio y después de ver por enésima vez sus anuncios… en fin, ¿podrías quedarte un rato más platicando? Lo siento, tengo que atender más llamadas. Sí, entiendo, ¿tienes mucho tiempo trabajando en esto? Unas semanas apenas. De verdad que deberías buscar una estación de radio, yo te escucharía aunque fueran recetas de cocina. Ja, ja, está bien Rómulo, tengo que colgar, Teleshopping Internacional agradece tu llamada y te asegura magníficos resultados en tu compra, buenas noches y ojalá que puedas dormir, ha de ser terrible sufrir insomnio. Lo es, pero creo que ahora va a ser peor. ¿Por qué? Porque ahora me voy a quedar pensando en ti toda la noche, en los hijos que pudimos haber tenido, en la casita de campo que pudimos haber comprado, en los viajes a Europa que pudimos haber hecho. Ja, ja, ja, ¡qué bárbaro! Ni modo, tendré que conformarme con mi esposa. (…). No te creas, soy más soltero que el Papa. Oh, ya me habías hecho dudar. ¡Aaaajajá!, entonces sí te late mi plan ¿eh? Esteee… me tengo que ir, en serio. Ok, Romina, que todo vaya bien en tu vida, a ver si un día de estos tengo la fortuna de volverte a escuchar. Gracias, que descanses. Igualmente, adiós. Adiós.
tonotonotonotonotono

Tono – Tono – Tono
Teleshopping Internacional agradece su llamada, buenas noches, lo atiende Marta, ¿en que puedo servirle? ¿Marta?, ¿qué pasó con Romina? ¿Disculpe? ¡Romina!, ¿dónde está ella? Lo siento, señor, no entiendo. Ayer hablé a esta misma hora y me contestó una señorita llamada Romina, necesito hablar con ella. Lo siento señor, si tiene alguna queja yo puedo atenderlo. ¡No! Busque a Romina y póngala al teléfono. Eso es imposible señor, somos más de cuarenta personas y no conozco a nadie que se llame así. Mmm, está bien Marta, me quedo contigo, ¿cuántos años tienes? Creo que no puedo darle esa información, señor. ¿Por qué? Señor, si va usted a comprar algo puedo atenderlo, tengo mucho trabajo. No me digas, has de estar muy ocupada ahí sentadota nomás… tonotonotonotono

Tono – Tono – Tono
Teleshopping Internacional le desea buenas noches, mi nombre es Marta, ¿en qué puedo servirlo? Marta, soy yo nuevamente, te pido mil disculpas por lo de hace un momento, quiero comprar la crema del doctor Castañón. Bien, señor, ¿qué tarjeta de crédito va a usar? Masterworld. ¿Qué número? Oye, sé que estás molesta, lo noto en tu voz, discúlpame de veras. Está bien, ¿qué número de tarjeta? Bien Marta, veo que tienes tu carácter, eso es bueno, ahí te va: 50249612724081. Ciudad, dirección y código postal, por favor. Oye, antes de darte todos esos datos necesito que me digas una cosa. ¿Qué? ¿Estás en tus días?... tonotonotonotonotono

Tono – Tono – Tono
Teleshopping Internacional, buenas noches, le atiende Luz, ¿en qué puedo servirle? Bueno, al menos ya no es Marta. ¿Perdón? Nada, es que ayer me contestó una tal Marta, ¿la conoces? No. Eres afortunada, Marta está amargada. Ah. Bien Luz, ¿cómo te va? Bien, gracias, ¿y a usted? ¡Qué diferencia!, así sí se puede comprar. A sus órdenes. Mira, la verdad quiero que seas sincera. Ok. ¿Sirve o no sirve el kitalonj? Claro, señor, todos nuestros productos están garantizados. Pero en serio, yo sé que tu trabajo es precisamente hablar bien de tus productos, lo que quiero saber es si te consta que en realidad sirve. Bueno, la verdad no. Supongo que tú no lo necesitas ¿eh? Ji, ji, la verdad no. ¡Qué bien!, ¿cuánto pesas? 54 kilos. ¡Uy!, con razón, déjame adivinar: piel morena, pelo castaño, ojos cafés, un metro sesenta y cinco de estatura, ¿voy bien? Más o menos, mi pelo es negro. ¡Perfecto!, ¿cuántos años tienes? 18. ¡Válgame! ¿Qué cosa? Mi imaginación se está comenzando a alborotar. Ji, ji, ¿nomás la imaginación? ¡Ah!, Luz, Luz, Luz, ¿eres como tu nombre? ¿Cómo? Caliente. Ji, ji, ji. ¿Sí? No sé. Vamos Luz, estás en confianza. No sé, ji, ji, el cliente tiene siempre la razón. ¡Luz!, eres tremenda ¿eh? Ji, ji, ji. Dime, ¿cómo estás vestida? Traigo pantalones de mezclilla y una blusa blanca. ¿Descalza? ¡Ay, claro que no!, traigo unas botas blancas. Bien, bien, bien, ¿brassiere? ¡Claro! ¿Blanco también? No, rosa. ¡Ay Luz, me voy a volver loquito! Ji, ji, ¿por qué? ¿Cómo que por qué?, sólo falta que me digas que traes tanguitas de hilo dental. Pues sí. ¡Mi madre!, Luz, eres la mujer de mis sueños. Ah, bueno, ¿y tú cómo te llamas? Rómulo. ¿En serio? Sí, ¿por qué? Así se llama un tío. Bueno, ya tengo un tocayo en la familia. Eso sí. Oye Luz, platícame de ti. ¿Cómo qué? Como, por ejemplo, ¿qué parte de tu cuerpo te gusta que te besen? ¡Todas!, ji, ji, ji. Me gustaría besarte cada centímetro de piel, cada poro de tu cuerpecito. ¿Sí? Sí, despacito, desde los pies hasta el cuello. ¡Qué rico! Y después los labios, mientras te acaricio ese pelo negro y siento tus 54 kilitos temblar contra mí, y veo cómo los vellitos de tu abdomen se erizan y mis manos recorren el caminito que hay de tu espalda a la nalgas y ahí me detengo, y mis dedos se introducen un poco en la separación de tu trasero y… tonotonotonotono… ¡Luz!... tonotonotonotono…
1-800-411-2366
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Ton o – Tono – Tono
Teleshopping Internacional, buenas noches, lo atiende Alejandra, ¿en qué puedo servirle? Alejandra, tengo tres días intentando comunicarme con ustedes y siempre se encuentra ocupado el teléfono, ¿me podrías explicar por qué sucede eso? Bueno, a veces el conmutador se satura de llamadas y se bloquea. Eso es, entonces sí tienes mucha chamba ¿eh? Pues sí. Ok, Alejandra, estoy interesado en el power-tool, ¿cuánto cuesta? Dos mil novecientos noventa y nueve más IVA y costos de envío. Mmm, tú qué piensas, ¿lo compro o mejor me acepto a mí mismo? ¿Cómo dice? Sí, mira, en los anuncios aparecen puros tipos mameyes con cara de satisfacción asegurando que en cuestión de semanas uno podrá estar igual de satisfecho con su cuerpo, yo sé que eso es una vil mentira, pero de todas formas me han puesto a pensar en que tal vez el aparato puede servir usándolo regularmente… la cosa es que la mercadotecnia ha hecho su labor en mi subconsciente y sólo tú me puedes sacar de dudas respondiendo algo muy sencillo. ¿Qué cosa? ¿Qué prefieres, un mamey presumido o un gordito simpático? ¿La verdad? Sí, la verdad. Ninguno de los dos, a mí me gustan flacos. ¿Y eso por qué? No sé, siempre me han gustado los flacos. Vaya, ¿tienes novio? Soy casada. Ah, ¿y tu marido es flaco? Ya no tanto como antes. Le está comenzando a salir pancita ¿eh? Sí. ¿Y por qué no le regalas el power-tool?, o es que tú tampoco crees que sirva. Pues no sé. Bueno Alejandra, sigo con la misma duda, me tienes que ayudar. Pues compre el power-tool y luego ya verá si sirve o no sirve. A ver, déjame ver si entiendo, ¿tú me aconsejas que no me acepte como soy y de paso gastar más de tres mil pesos en un producto que lo más seguro es que no sea útil? Sí. Ok, Alejandra, me has convencido. ¿Qué tarjeta de crédito va a usar? Masterworld. Su número de tarjeta, por favor. ¿Sabes?, ya no estoy tan seguro. Señor, por qué no mejor lo piensa bien y cuando ya esté seguro vuelve a marcar. Te digo que tengo tres días intentado comunicarme, si la primera vez hubiera entrado mi llamada no hubiera tenido estas dudas, ustedes tienen la culpa. Bien señor, como usted guste… tonotonotonotono

Tono – Tono – Tono
Teleshopping Internacional agradece su preferencia, buenas noches, lo atiende Juan Carlos, ¿en qué puedo servirle?... tonotonotonotonotono

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Teleshopping Internacional, buenas noches, lo atiende Romina ¿en qué puedo servirle? ¡Romina!, ¡por fin eres tú!, ¿cómo estás? ¿Quién habla? ¿Ya no te acuerdas de mí? ¿Quién es? Rómulo. ¿Rómulo? Sí, ¿no recuerdas?, Rómulo y Romina, tres hijos, casa de campo, viajes a Europa. Ah, sí, ¿cómo estás? Mal. ¿Por qué? Estoy desesperado, no puedo dormir y ya no lo aguanto, me voy a suicidar. ¡Ay, no!, no digas eso. Necesito que me escuches Romina, sólo un minuto, si no lo haces juro que me mato. Está bien, dime. Estoy enamorado de ti. ¡Cómo crees! En serio, desde que escuché por primera vez tu voz supe que ya no tenía remedio. ¡Pero si ni nos conocemos! ¡Eso es lo terrible! Me estás vacilando, ¿verdad? Claro que no, te lo juro que te he soñado más de cien veces, ando por la calle repitiendo tu nombre : Romina, Romina, Romina. Ja, ja, no inventes. Romina, por Dios que es verdad. Oye, ¿quieres comprar algo más?, tengo que colgar. Romina, ten un poco de piedad, ¿no te parece más que una casualidad que después de tanto tiempo de haber hablado yo vuelva a marcar y precisamente seas tú la que contesta el teléfono? Pues…sí está medio raro, ¿no habías vuelto a marcar? Ni una sola vez, me he estado aguantando las ganas, pero esto ya es insoportable. Bueno, ¿y por qué te enamoraste tan fácil? ¡Cómo que por qué!, tu risa, tu voz, es más, ya tengo una imagen completa de ti, ¿te la digo? A ver. Eres blanca, delgada, con el pelo cortito, ojos claros, te gusta el otoño, las películas románticas, el capuchino con crema irlandesa, la música instrumental… ¡Ay, no!, para nada. ¿No? No, soy morena, de pelo largo, gordita, no me gusta el cine y me gusta la música bailable. Vaya, creo que me gustas más así. Ja, ja. De veras. Además tengo novio. ¿Ah sí? Ajá. Bueno, eso no es problema, dame su nombre y dirección y yo me encargo de desaparecerlo. Ja, ja, se llama Juan Carlos y está aquí, a mi lado. Bueno, no es para preocuparte, pero leí en un artículo que los hombres que se llaman Juan Carlos son los que tienen mayor propensión a la homosexualidad. Ja, ja, ja, ¡qué bárbaro! De veras, en una revista científica. Ja, ja. Cada vez que te ríes me enamoro más. Ups, entonces ya no me río. ¡No!, si haces eso el mundo se acaba. Que lindo, pero, oye, tengo que colgar, aquí anda nuestro supervisor y si me encuentra hablando así me corre. Romina, en serio, piensa en lo que te digo, estamos hechos el uno para la otra. Ok, lo pensaré. Volveré a llamar y estoy seguro que el destino me pondrá nuevamente en tus oídos. ¿Eres poeta o qué? Y en el aire las compongo. Ja, ja, bueno Rómulo, ya me voy, cuídate mucho, y no te suicides ¿ok? Me aguanto entonces. Bien, adiós. Adiós Romina.
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Tono – Tono – Tono
Teleshopping Internacional, buenas noches, lo atiende María, ¿en qué puedo servirle?... tonotonotonotonotono

Teleshopping Internacional agradece su llamada, lo atiende Jimena, buenas noches… tonotonotonotono

Teleshopping Internacional, mi nombre es Eva, a sus órdenes… tonotonotonotono

Teleshopping Internacional, buenas noches, lo atiende Marta… tonotonotonotono

Teleshopping Internacional agradece su preferencia, buenas noches, le atiende Juan Carlos, ¿en qué puedo servirle? Escúchame bien imbécil, voy a decirlo una sola vez: más vale que dejes en paz a Romina, te lo estoy advirtiendo, si no lo haces te juro que te mueres. ¿Quién eres? Tú más pinche culera pesadilla, pendejo, o la dejas en paz o te mato ¿entiendes? Dime tu nombre si eres tan cabrón. ¡Mi nombre es Chúpame la Verga Hijo de tu Reputa y Barata Madre!... tonotonotonotono

Tono – Tono- Tono
Teleshopping internacional, buenas noches, mi nombre es Luz, a sus órdenes. ¡Luz de mi vida!, ¿cómo te va preciosa?

jueves, junio 14, 2012

Pantalones blancos




Hay distintas formas de hacerlo. La que yo acostumbro es sentarme a las tres de la tarde en los escalones del Parián con una bolsa de agua de chía en una mano y un cigarro en la otra y me quedo esperando. Aunque eso es un decir, porque el desfile es interminable. Hay quienes usan lentes oscuros o simulan leer el periódico o una revista. A mi me parece que eso no es necesario. Lo obvio se transforma en ridículo. Por eso yo me siento sin más que mi agua y mi cigarro y cuando tengo que ver algo, hago precisamente eso: ver. O contemplar, mejor dicho. Porque uno ve las noticias, o ve un avión cruzando el cielo, o ve el semáforo en rojo. Pero para contemplar hace falta un ejercicio de abstracción, un completo entregarse a la imagen que así nos seduce o intriga, un eso y nada más que eso. Están también los que no se conforman sólo con ver pasar, aquellos que persiguen a muy poca distancia el objeto de su atención durante un trayecto considerablemente largo si tenemos en cuenta que la mayoría de los que pertenecen a este grupo son los que ya sobrepasan los sesenta. De hecho se puede adivinar casi con un cien por ciento de certeza el estado civil o emocional de los demás mirones. Los de periódico y revista son hombres con más de diez años de matrimonio a los cuales ha dejado de emocionar su mundo cotidiano y escapan unas horas al trabajo o la familia para darse su pequeño, efímero placer. Los que están sentados en las jardineras o bancas de los parques son, por lo común, estudiantes recolectando material fabulatorio para sosegar (o aumentar) sus nocturnas (o diurnas) efervescencias. Éstos sí llevan a cabo el tradicional movimiento de cabeza de noventa grados acompañado de las expresiones y onomatopeyas correspondientes conforme va pasando frente a ellos la presa en cuestión. Luego están los “distraídos”, aquellos que fingen estar viendo los aparadores de cualquier tienda o usando un teléfono público para el cual no tienen tarjeta, o fingen ver la lista de sabores de cualquier nevería al aire libre, o más: hacen como si el niño que va de su mano les estuviera diciendo algo que los obliga a torcer la vista hasta donde precisamente va pasando alguna de esas cosas. Estos son casados y algunos rescoldos de fidelidad los detienen de hacer más evidente su goce estético. A fin de cuentas todos caen, caemos.
Esto ha de ser la actividad masculina más antigua del mundo. Ver pasar mujeres, verlas andar, contonearse, verlas ir y verlas regresar, ver sus piernas, sus traseros, sus pechos, verles el rostro y buscar en sus ojos un instante de emoción, ver su pelo, sus brazos, su cintura, verlas reírse o platicar, verlas ir solas con rostros seguros o inquietos, ver que se han dado cuenta de que las estamos viendo y ver un desaire en el gesto de sus rostros, un enfado, un desagrado, una burla y, muy pocas veces, ver una sonrisa vanidosa, una sonrisa de aprobación, una sonrisa que siempre salvará al que la haya provocado, pues le dará toda la seguridad que no le pudieron dar ni la escuela, ni la familia, ni todo el dinero. Cuando sucede algo así, cuando dos personas que no se han visto antes y que lo más seguro es que no vuelvan a hacerlo, cuando sin decir absolutamente nada se establece por un álgido segundo una conexión perfecta entre mirón y mirada, entonces la sonrisa viene a ser algo así como una marca indeleble en el tiempo-espacio que se dilata en esa misma eternidad que ha asomado por un instante.
Los que, como yo, nos sentamos en los escalones de cualquier lugar y no disimulamos nuestra hambre vouyeur estamos más bien expuestos al rechazo y al desprecio. Cosa que damos por sentada y no padecemos ni un momento. Al menos yo no. ¿Qué esperaba?, ¿que me sonrieran por estarme comiendo sin dientes todo aquello que se me antoja de su cuerpo? Me gustan sus traseros. Un buen trasero es todo lo que necesito para palpitar. Un trasero firme, bien delineado, carnoso, de esos que dan ganas de acariciar muy suavemente, de apretar con toda la mano, de arrimarse a él y quedarse un año así, calientito. Un trasero de esos y no me importaría que la dueña estuviera decapitada. Aunque el rostro es algo que también me gusta ver. En eso no tengo preferencia. El rostro femenino me gusta en sus más distintas formas, en sus contrastes más notorios. No puedo decir qué es lo que me gusta en el rostro de una negra o de una china o de una rubia, sólo puedo decir que me gustan. Aunque es una mentira aquella de que no hay mujer fea; las hay y bastante. Pero para mí, con un buen par de nalgas se soluciona todo.
Ahora, con esto de que cada vez son menos las que usan falda y, en cambio, son abrumante mayoría las que usan jeans a la cadera, los fetichistas del trasero estamos en una encrucijada. Por un lado los pantalones delinean de forma casi perfecta los glúteos de aquellas a las cuales la naturaleza les ha brindado un sabroso par de asentaderas, pero por otro lado, no hay mejor prenda que una falda para mostrar en toda su cualidad femenina la parte anatómica en cuestión. Una falda es algo así como una bandera y unas buenas nalgas son algo así como la patria (la única) por la que vale la pena trabajar, luchar y morir. Además está el extra de las piernas al aire libre. Y las piernas son otro tema de abundante delectación. Las extremidades inferiores de la mujer suplantan a cada paso que dan la vacuidad de la mayor parte de las horas por un cúmulo de esperanzas promisorias, un fárrago de humana dicha, un disfrute que no por fugaz deja de ser excitante panacea. Desde los tobillos hasta el muslo, pasando por los chamorros y la suavidad de las rodillas, unas piernas de mujer adelgazan el tiempo y fijan el deseo a lo largo y ancho de su figura.
Se aprende mucho ejercitando el inofensivo deporte del mirón. Por ejemplo, de los pantalones blancos. Cuando una mujer usa pantalones blancos, entonces se puede estar seguro de la intención de la prenda. Primero que nada, quiere decir “mírame”, pues el color blanco ceñido al cuerpo tiene esa cualidad de ocultamiento y exhibición combinadas y siempre que lleven pantalón blanco también llevarán braguitas de hilo dental, ya que, cuidadosas como son, no quieren que se marque el contorno de sus prendas íntimas al ir por la calle. Entonces, mírame, luego fíjate; y si juntamos ambos mensajes llegamos a la otra conclusión: “no estoy en mis días”, lo cual, en otras palabras, quiere decir disponibilidad. Es decir, ya vimos, ya nos fijamos, ya comprendimos que está hormonalmente dispuesta, ahora viene la conclusión: quédate con las ganas.
El pantalón blanco es entonces un arma, las más sádica de las armas, una sofisticada y psicológicamente letal. Uno queda como aquellos condenados a muerte que después de haber pasado por todo un proceso de negación, sufrimientos y temores enfrentados, llegan al fin a la más serena de las aceptaciones para ser informados, después, de que siempre no, que se alarga la condena, que el proceso continúa, y uno ya ha muerto, literalmente, y el no probar el último instante es aun más fatal que el cumplimiento de la sentencia. Lo que queda de nosotros es el despojo de lo que ya hemos sobrepasado y la agonía es la forma que toma el aire que respiramos. ¡Ah, cuántos pantalones blancos me han matado!
Así que me siento, el agua agridulce y el tabaco cancerígeno. No oculto la dirección de la mirada, ni finjo estar interesado en otra cosa. Vienen y van como pétalos o como lenguas de fuego. Casi nunca me sonríen. Y está bien. Yo lo hago por los dos.


sábado, junio 09, 2012

Estudiante empapelado



 

La receta es ésta: 
  • Kinder (3 años)
  • Primaria (6 años)
  • Secundaria (3 años)
  • Preparatoria (3 años)
  • Universidad (de 3 a 7 años)



Póngase todo en un molde previamente embadurnado con deberes y obligaciones y agregue veinte cucharadas de prejuicios sociales. Revuelva bien, hasta formar una masa donde las individualidades se fundan de tal manera que la uniformidad de la pasta no deje dudas acerca de su integración total y asegúrese de que los grumos y reclamos desaparezcan. Vierta licores amargos de bilis de maestro y lágrimas de niños y unas cuantas amenazas de mediocridad. Cuando ya esté bien asustado proceda con el rodillo de la moral y aplánelo hasta formar una gran tortilla. Rellene con futuros preestablecidos y oportunidades limitadas y haga rollitos de idéntico tamaño y forma. Si por algo no quedaran igualitos, hágalos a un lado y quédese con los que no representen problemas. A los otros déjelos en la mesa de cualquier psiquiatra, que ya sabrá qué hacer con ellos. No se deje reposar. Adórnelo con medallas y diplomas y sírvalo inmediatamente en los platos que tengan espacio, sin importar si son los indicados o no. Si su paladar es más exigente, puede agregar una especialidad (o varias) y disfrutarlo plácidamente acompañado de botanas obreras y un buen vaso de sudor campesino.


viernes, junio 08, 2012

Cariacontecido



Cariacontecido, me gusta esa palabra. Prestidigitador, también. Lúbrico Arrebolado Exquisito Funambulesco, sí, igual. No me gusta cariño, ni perfecto, ni pañal. El apellido Gómez echa a perder cualquier nombre y el nombre de Gabriel me parece de putos,  al igual que Adrián. Putos, no me gustan pero de vez en cuando me pongo faldita y zapatos de tacón. No salgo de casa, claro, sólo me gusta hacer las labores del hogar vestido así. Heterosexual siempre me ha sonado a equipo modular con bocinas sorround. Zurra, mal. Zorra, bien. Zava, puaj. Me gusta caracol y epitafio. Y creo que hay palabras mal hechas, por ejemplo Heliotropo. Sí, sí, que Helio = sol y Tropo = ... ¿qué era Tropo? Bueno, lo que sea, está mal puesto. Tan mal puesto que todos les llaman girasoles.
Nombrar las cosas, bautizarlas, es hacerlas nuestras, adueñarnos de su esencia, de su imagen. Ya quedan pocas cosas por bautizar. Tal vez sería aconsejable cambiarle el nombre a todo cada cierto tiempo. Digamos, cada doce años. Que el río se llame feba y los árboles gretonios. Nuestro nombre también: que de ser Fernando pase a llamarme Günter y mis amigos sean Patrick, Gerónimo y Agamenón. Quiero llamar a mi mujer Adriana y que en vez de comer huevos revueltos nuestro desayuno sea de grintelas a la porsé. Y que no sea desayuno sino arenzo. Y Dios... Dios, cada doce años, debería quedarse en silencio. Nada, ni una sílaba o una letra que lo traiga a colación. Y que nada sea todo y que todo sea tal vez.
Pero también habría que pensar en dejar algunas cuantas cosas con su nombre puesto, por lo bien puestas: Imbécil suena siempre tan bien cuando se dice de corazón que no hay ni por qué buscarle, ni tampoco hay otra palabra tan bien puesta como Haragán. Soy un haragán y un imbécil, sí, sólo por lo bien que se escuchan. Eso, que las ofensas sean halagos: Pinche Tarado Hijo de Puta, vendría siendo: Amigo del Alma eres un Tipazo, o: Guarra Mal Parida Chupa Vergas, sería: BellísIma Mujer Dueña del Universo Todo... del Universo Tal Vez, perdón.
Perdón, otra que no me gusta; como Lástima y Plutón. ¿Quién le puso nombre a esto y lo otro? ¿Cómo y por qué? No importa, que chingue a su perra madre, es decir: ¡Qué bien estaría eso de ser quien decida cómo llamar a la piedra, al niño y a la fatiga! Sí, ye sé que es cosa de estudios viejos, que hay lingüistas-historiadores (tredulios-kurcientoz) que han dicho por qué, quién, cuándo y dónde. Me gusta la idea del Poder del Verbo, de la Palabra como Magia Creadora, Puente Directo al Gran Misterio. Así nacieron las palabras, como parte de los ritos mágicos. Nombrar significaba apoderarse de. Como cuando me case y mi mujer sea Gilipollas González de Paredes. ¿Eso ya lo dije? Bah. Que también se instituya (¿Instituya?, pf, mejor Debrice), que se debrice la repetición como forma de comunicación única única única única y que todos los Gabrieles y Adrianes del mundo Recteleen a su Hecterosa Tribona Mermeja.

Ah, y láudano, me gusta.

miércoles, junio 06, 2012

Julia siempre

Vamos a ver Julia, ¿por qué no dejas atrás las tristezas? Eres joven, tan bella. Tu sangre de vino tinto perfuma los espacios por donde giras. ¿Por qué no me regalas una copita?, brindemos por este día en el que nuestro respiro es filtrado por telas de invisibles caricias. Olvida todos los discursos que te propusiste aprender, todo lo que te dijo Mateo antes de colgarse de aquel árbol. Nadie es culpable y lo sabes bien. El suicidio es una decisión que debe respetarse. Toda decisión debe respetarse. Él ya estaba muerto cuando te tomó de la mano la primera vez. Eso era el extraño frío que sentías en sus labios, aquellas grietas en su mirada. Tú fuiste el último cirio que le iluminó la piel. No te apagues Julia. Podemos ir al cine a reírnos de la heroicidad norteamericana o hacer un tour por las cantinas a las que siempre has querido entrar y platicar con los borrachos con ojos de atardecer ecuatorial. Ya sé que Mateo nunca te quiso llevar con ellos y prefería quedarse en su cubil tapizado con libros y máscaras africanas. Pero él ya no anda por aquí. Se fue y ya no tendrás que ser un corazón congelado, un anaquel polvoso en el que reposan las exactas de la introspección. ¿Qué era muy inteligente?, sí, no lo dudo. También era mi amigo. Pero de qué le sirvió tanto cerebro si al final sólo construyó angustias. ¿Para qué tantas respuestas si no soportaba la pregunta esencial? Mira, yo no tengo otro anhelo que la risa. Me gusta desbaratar a carcajadas las horas que pasan. No tengo el mínimo respeto hacia quienes pretenden poseer la sabiduría, ni a quienes edifican sobre el mundo ciudades sostenidas por ciencias exactas. Tú tampoco Julia. No sigas siendo el recipiente de las pretensiones de un muerto. ¿Qué tienes tú que ver con ese montón de impotentes metafísicos? Ah, claro, ¡el arte! ¿Sabes?, hoy en día hasta las nalgas de tu vecino pueden ser arte, puedes llenar un lienzo con los mocos que te sacas día a día y presentarlo con el título de “Intimidades de un solitario” y venderlo al precio de un salario anual de un obrero sindicalizado. No Julia, no. A la vida no le hacen falta innovaciones, ni estéticas caóticas, ni vómitos intelectuales. La belleza sigue estando donde mismo, en las cosas simples, en las pocas palabras, en la entrepierna húmeda de la noche. Yo no te digo haz esto o haz lo otro. Tú sabrás cómo dibujar tus mapas. Pero me gustas Julia, siempre me has gustado.

martes, junio 05, 2012

EXCUSA REQUERIDA PARA QUE EL C. FERNANDO PAREDES MILONÁS SEA ACEPTADO EN EL H. COLEGIO MARÍA VILLALOBOS REVILLA COMO PARTE DEL GRUPO DOCENTE (QUE NO DECENTE) Y ASÍ PODER APARECER EN LA NÓMINA.


Dedicado al Maestro Salvador Gallardo Topete porque seguro comprenderá las razones y los motivos del ciudadano que abajo escribe (/ers)



Bien, la idea de dar clases nace de la necesidad de compartir experiencias con los alumnos de secundaria y preparatoria que, como es sabido, son los especímenes más alborotados y desubicados de la especie humana.
Mi intención no es el “enseñarles” algo, si no el hecho de identificarme (y al mismo tiempo ellos) en el tratamiento de temas que les son importantes en su condición actual de esclavos de la hormona y seguidores de la nada.
Sé que a ustedes como institución les preocupa la formación integral de los alumnos y en este sentido creo que mi aportación sería la de un tipo que sabe (porque lo ha vivido) hasta qué punto es nociva la ignorancia. Me refiero a la ignorancia en general, a la que nos limita como personas, a la que nos hace apáticos, a la que nos exime de compromisos.
Diariamente veo, escucho y trato con gente joven que no tiene la más mínima idea de dónde tiene puesta las patas… perdón, las pezuñas. Diariamente me entero de escuinclas de 15 años que están embarazadas y no saben qué hacer, diariamente leo noticias en las que tipos de 16 años se suicidan, diariamente veo cómo hay más drogas en manos de menores de edad, diariamente los escucho hablar y pienso: “Y estos najayotes ¿de qué reclusorio salieron?”
Quiero (lo intentaría) hacerles ver que en el mundo hay muchas más cosas, muchas más oportunidades, muchas más maneras de hacer todo y que la forma es muy simple: CULTURA. Se tocarían temas tan diversos como la música, el cine, la moda, la literatura, hasta temas como la sexualidad, ciencia, drogas, en fin: todo lo que ellos vayan dando pauta para tratar.
Claro que no estaría “a ver qué se les ofrece”, yo me encargaría de llevar los “embriones” de los temas, comentaría libros, frases, autores, experiencias, etc. El caso es que ellos puedan entender que su falta de conocimientos no sólo les afecta en una boleta de calificaciones, que no se trata tan sólo de pasar materias, que el ser ignorante es lo peor para cualquiera, que de ahí nace toda violencia, toda desesperación, todo lo vacío, todo lo adictivo.
Miren, mis estimadas señoritas directoras, lo que quiero es platicar, saber qué carajos traen en sus cerebritos los chamacos estos. No hace mucho yo tenía la edad de ellos y andaba dando vueltas en el abismo, pero si algo me ha ayudado ha sido la curiosidad, las ganas de saber qué, cómo, cuándo, dónde, nunca me ha gustado el “no saber”, el que cualquier hijo de vecino me venga con que “hay cosas de las que es mejor no enterarse”. ¡A la fregada con los que piensen así! No soy erudito, ni sabio, ni un buen ejemplo a seguir (Mahoma me libre), soy, repito, muy curioso y de hecho mi intención verdadera al pedirles una oportunidad de compartir mis curiosidades es precisamente el aprender. Aprender yo, aprender de lo que ahora está en la calle, de las maneras de comunicarse con los pubertos.
La verdad no hay mejor edad que esa, en la que el mundo puede importar un pepino y al mismo tiempo se van creando aficiones, gustos, preferencias.
Poniéndome pretencioso, quiero que logren formar conceptos propios, ideas propias, que no hagan lo que hacen por mimetismo inconsciente, por copia burda, por identificación con un grupo sin identificación.
¿Que cómo le voy hacer?, bueno, no tengo idea. Nunca me he parado frente a un salón de clases a tratar de que se me escuche. Sólo voy a llevar lo que sé, lo que he visto, lo que me ha pasado, lo que le ha pasado a personas conocidas y claro, inevitablemente, lo que creo.
¿Que en qué creo? Ahí les va: creo en el individuo más que en la sociedad, creo en la paz más que en la violencia, creo en las posibilidades de la mente más que en las posibilidades de la moral, creo que la única ética es la que se forma a través de darse ranazos contra el suelo, creo que es mejor ir despacio a correr sin sentido, creo que cada uno debe creer en sí mismo, lejos de prejuicios.

De cómo preparar viruleanos*



Se les llama viruleanos
y se comen acompañados con miel.
Se los encuentra en las regiones boscosas
del norte de cualquier país.
Son fácilmente reconocibles
por su largo hocico,
la piel rugosa,
sus alas amarillas,
sus cuatro patas en forma de guadaña
y el curioso cuerito rojiblanco
que les cuelga de las nalgas.

Viven en las profundidades de los ríos,
las grutas,
los cubiles,
los panales,
las crisálidas,
las minas
y en ciertos hormigueros
que despiden aromas
mezclados de almizcle
y cenicero.

Algunos especímenes
han alcanzado
los cuatro metros
de longitud,
pero su tamaño normal
no es mayor
al de una mosca,
un ratón
o un perro.

Emiten dulces trinos
con las mismas fauces
con que devoran
y por las noches
pareciera como si llorasen
un amor perdido
en los vagones del tiempo.

Se aparean
con casi todo
lo que tenga
por dónde.

Fornican lo mismo
con un oso,
que con un topo
o un árbol.

Sir Walter Reebok,
en su libro
“Yo lo vi”,
describe su encuentro
con un viruleano
en la inmediaciones
de su propiedad
cercana a Winchester
de la siguiente manera:

“Me acerqué sigiloso
hacia el lugar de donde provenían
aquellos inconfundibles espasmos
de lubricidad femenina
y bajé del caballo
para adentrarme
en las espesuras
de la ribera.
Lo que mi ojos vieron
en ese hórrido momento
es algo
de lo que aún guardo
una profunda sensación
de asco:
Montado sobre mi hermana,
una quimera diabólica
de cabra,
lagarto
y avestruz,
daba brutales caderazos
mientras ella entornaba los ojos,
pujaba,
gemía
y decías cosas
que me niego a transcribir.

La bestia tenía
una lengua serpentina
que usaba de manera licenciosa
por todo el cuerpo
de lady Rebeca
y parecía
como si no fuera
la primera vez
que se encontraran.

Aturdido,
con el espanto y la náusea
revolviéndose por dentro,
me alejé de ahí,
no sin antes maldecir al Destino
por emparentarme
con tanta prostituta...”


Lo más fácil
es matarlos
de un balazo.

Son muy ágiles
y,
heridos,
son asesinos
despiadados.

Hay que tener cuidado
de no tirarles
a la cabeza,
sino de apuntar
directamente
al corazón.

En los especímenes
más pequeños
esto se considera
un verdadero arte:
se les mata
con un alfiler de oro
en pleno vuelo.

La única parte comestible
de un viruleano
es su cerebro.

El cráneo se remoja
una noche entera
dentro de una taza
con té de manzanilla
y dos gotas
de alcohol.

Una vez reblandecido el cráneo,
se separa cuidadosamente
haciendo ligeros cortes
longitudinales
que lo dividan en cuatro.

El líquido encefálico
debe guardarse,
mezclado con el té.

Cerebro sin hemisferios,
el de los viruleanos
es una especie de nuez
podrida y amarga
que despide un aroma
terrible.

Tenga preparado
una sartén
con aceite de glicina
a fuego lento.

Parta en delgadas
capas
un tallo de amapola
y sofría
hasta que queden crujientes.

Vierta
el aceite hirviendo
sobre el cerebro colocado
en un recipiente
de madera
que permita
el total escurrimiento
de la mezcla.

Déjelo por dos horas
a la intemperie
y cúbralo después
con un retazo de lino.

Vierta el té sobre éste
y vuélvalo a dejar
toda la noche
en su ventana.

A la mañana siguiente,
quite la tela,
saque el cerebro
y báñelo con miel.

Métalo al refrigerador,
váyase a trabajar,
maldiga su rutina,
infrinja una ley,
odie a su prójimo,
piense en el pasado,
multiplique sus derrotas,
gire a la derecha,
recuerde a Cecilia,
o a José Luis,
lea el infolio,
suscriba lo procedente,
presida su silencio,
robe un chocolate,
fume un cigarro,
póngase a cagar,
a orinar,
a contradecir su voz interna,
rásquese un huevo,
una teta,
chúpese el dedo,
planifique su futuro,
póngase metas,
elija su asiento,
cierre la boca
y observe cómo la vida pasa
sin necesitar
de su presencia.

Regrese a casa,
afloje su corbata,
su corpiño,
abra el refrigerador,
saque el cerebro,
y muérdalo
con los ojos cerrados.

En pocos minutos
usted se encontrará
volando
en un cielo amarillo
y verá brotar de su cuerpo
pequeñas escamas ambarinas.

Será entonces
usted
un viruleano
y podrá llevar a cabo
todo aquello
que le ha sido vedado.



*Texto de Fernando Paredes del libro Matamoscas 
http://revistareplicante.com/de-como-preparar-viruleanos/

domingo, junio 03, 2012

Y



Haz de cuenta que tú tienes un hilo del tamaño del universo y es del metal más resistente que existe y tu agarras unas cuantas nubes y les empiezas a coser las orillas con mucho cuidado porque se rompen muy facilito y encontrar otra no es difícil pero son brincos que te dejan con las rodillas adoloridas después de que caes en el piso, arriba de un hormiguero de rojas y te quitas rápidamente de ahí pero de todas formas se te quedan pegadas unas cuantas en las piernas y por debajo de la playera y mejor te la quitas porque en la playa el chiste es tomar el solecito y meterte al mar gris y frío para que se te pongan morados los labios y tengas manos y pies de viejecito mientras comes una hamburguesota de pescado sentado en la ventana.

Entonces pasa por ahí alguien que tu no conoces y te saluda por tu nombre y pregunta que cómo estás  ahí sentado y no te compras unas alas de plastilina y te las pones y así no te pasa nada si te caes porque puedes regresar volando o irte a cualquier otra parte que quieras. Pero como tú no lo conoces pues no le contestas y mejor te metes a la recámara y sacas tu traje de astronauta y subes la escalera que cuelga de la luna y cuando llegas están tus amigos jugando futbol.

Cuando terminan el partido se sientan en la cuna menguante de la luna y les gritan cosas a los que pasan caminando allá abajo sobre las calles del mundo, que voltean hacia todos lados y no los alcanzan a ver y tú te ríes y les vuelves a gritar que están pelones y huelen a caca.

Pero como eres tan tragón te bajas a tu casa y te sientas en la mesa con forma de cocodrilo y te comes veinte naranjas y diecisiete quesos amarillos y te duermes y cuando despiertas encuentras muchas hormigas rojas caminando por tu cama, tus muebles, tus juguetes y ves cómo se llevan a tu hermanito que permanece dormido bajo el incesante rumor de los insectos, sobre sus patitas y después te cargan a ti y te llevan a conocer un mundo de azoteas y tendederos y subes y bajas por todas las paredes y te meten a un túnel húmedo y fresco y te acuestan en una bóveda y te comienzan a enterrar grano a grano para cuando llegue el invierno.

Tú estás tan a gusto que duermes durante meses hasta que de tu panza comienzan a brotar gérmenes y plantas y flores blancas y de tu boca y tu nariz y tus oídos salen raíces que te hacen cosquillas y cuando te levantas eres un árbol y te agachas en el río porque tienes mucha sed.

Te quedas parado muchos años sobre la cima de una colina y cuando te aburres te vas corriendo al cine y pagas la entrada de las abajas y los pájaros que viven sobre tus ramas y se te acaba el dinero y te metes a trabajar en una mueblería.

Pero el dueño te quiso partir en pedacitos y hacer un juego de sillas y el marco de un espejo y mejor te quitaste todas las hojas y volviste a ser tú antes de ser árbol.

Matamoscas*

Ilustración: Zertuche Slecht Leven, Aguascalientes, Ags. México. 2012. Iba a sentarme a escribir pero me puse a matar moscas. No ...