Vamos a ver Julia, ¿por qué no dejas atrás las tristezas?
Eres joven, tan bella. Tu sangre de vino tinto perfuma los espacios por donde
giras. ¿Por qué no me regalas una copita?, brindemos por este día en el que
nuestro respiro es filtrado por telas de invisibles caricias. Olvida todos los
discursos que te propusiste aprender, todo lo que te dijo Mateo antes de
colgarse de aquel árbol. Nadie es culpable y lo sabes bien. El suicidio es una
decisión que debe respetarse. Toda decisión debe respetarse. Él ya estaba
muerto cuando te tomó de la mano la primera vez. Eso era el extraño frío que
sentías en sus labios, aquellas grietas en su mirada. Tú fuiste el último cirio
que le iluminó la piel. No te apagues Julia. Podemos ir al cine a reírnos de la
heroicidad norteamericana o hacer un tour por las cantinas a las que siempre
has querido entrar y platicar con los borrachos con ojos de atardecer
ecuatorial. Ya sé que Mateo nunca te quiso llevar con ellos y prefería quedarse
en su cubil tapizado con libros y máscaras africanas. Pero él ya no anda por
aquí. Se fue y ya no tendrás que ser un corazón congelado, un anaquel polvoso en
el que reposan las exactas de la introspección. ¿Qué era muy inteligente?, sí,
no lo dudo. También era mi amigo. Pero de qué le sirvió tanto cerebro si al
final sólo construyó angustias. ¿Para qué tantas respuestas si no soportaba la
pregunta esencial? Mira, yo no tengo otro anhelo que la risa. Me gusta
desbaratar a carcajadas las horas que pasan. No tengo el mínimo respeto hacia
quienes pretenden poseer la sabiduría, ni a quienes edifican sobre el mundo
ciudades sostenidas por ciencias exactas. Tú tampoco Julia. No sigas siendo el
recipiente de las pretensiones de un muerto. ¿Qué tienes tú que ver con ese
montón de impotentes metafísicos? Ah, claro, ¡el arte! ¿Sabes?, hoy en día
hasta las nalgas de tu vecino pueden ser arte, puedes llenar un lienzo con los
mocos que te sacas día a día y presentarlo con el título de “Intimidades de un
solitario” y venderlo al precio de un salario anual de un obrero sindicalizado.
No Julia, no. A la vida no le hacen falta innovaciones, ni estéticas caóticas,
ni vómitos intelectuales. La belleza sigue estando donde mismo, en las cosas
simples, en las pocas palabras, en la entrepierna húmeda de la noche. Yo no te
digo haz esto o haz lo otro. Tú sabrás cómo dibujar tus mapas. Pero me gustas
Julia, siempre me has gustado.
miércoles, junio 06, 2012
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