miércoles, junio 06, 2012

Julia siempre

Vamos a ver Julia, ¿por qué no dejas atrás las tristezas? Eres joven, tan bella. Tu sangre de vino tinto perfuma los espacios por donde giras. ¿Por qué no me regalas una copita?, brindemos por este día en el que nuestro respiro es filtrado por telas de invisibles caricias. Olvida todos los discursos que te propusiste aprender, todo lo que te dijo Mateo antes de colgarse de aquel árbol. Nadie es culpable y lo sabes bien. El suicidio es una decisión que debe respetarse. Toda decisión debe respetarse. Él ya estaba muerto cuando te tomó de la mano la primera vez. Eso era el extraño frío que sentías en sus labios, aquellas grietas en su mirada. Tú fuiste el último cirio que le iluminó la piel. No te apagues Julia. Podemos ir al cine a reírnos de la heroicidad norteamericana o hacer un tour por las cantinas a las que siempre has querido entrar y platicar con los borrachos con ojos de atardecer ecuatorial. Ya sé que Mateo nunca te quiso llevar con ellos y prefería quedarse en su cubil tapizado con libros y máscaras africanas. Pero él ya no anda por aquí. Se fue y ya no tendrás que ser un corazón congelado, un anaquel polvoso en el que reposan las exactas de la introspección. ¿Qué era muy inteligente?, sí, no lo dudo. También era mi amigo. Pero de qué le sirvió tanto cerebro si al final sólo construyó angustias. ¿Para qué tantas respuestas si no soportaba la pregunta esencial? Mira, yo no tengo otro anhelo que la risa. Me gusta desbaratar a carcajadas las horas que pasan. No tengo el mínimo respeto hacia quienes pretenden poseer la sabiduría, ni a quienes edifican sobre el mundo ciudades sostenidas por ciencias exactas. Tú tampoco Julia. No sigas siendo el recipiente de las pretensiones de un muerto. ¿Qué tienes tú que ver con ese montón de impotentes metafísicos? Ah, claro, ¡el arte! ¿Sabes?, hoy en día hasta las nalgas de tu vecino pueden ser arte, puedes llenar un lienzo con los mocos que te sacas día a día y presentarlo con el título de “Intimidades de un solitario” y venderlo al precio de un salario anual de un obrero sindicalizado. No Julia, no. A la vida no le hacen falta innovaciones, ni estéticas caóticas, ni vómitos intelectuales. La belleza sigue estando donde mismo, en las cosas simples, en las pocas palabras, en la entrepierna húmeda de la noche. Yo no te digo haz esto o haz lo otro. Tú sabrás cómo dibujar tus mapas. Pero me gustas Julia, siempre me has gustado.

Matamoscas*

Ilustración: Zertuche Slecht Leven, Aguascalientes, Ags. México. 2012. Iba a sentarme a escribir pero me puse a matar moscas. No ...