Haz de cuenta que tú tienes un hilo del tamaño del universo
y es del metal más resistente que existe y tu agarras unas cuantas nubes y les
empiezas a coser las orillas con mucho cuidado porque se rompen muy facilito y
encontrar otra no es difícil pero son brincos que te dejan con las rodillas
adoloridas después de que caes en el piso, arriba de un hormiguero de rojas y
te quitas rápidamente de ahí pero de todas formas se te quedan pegadas unas
cuantas en las piernas y por debajo de la playera y mejor te la quitas porque
en la playa el chiste es tomar el solecito y meterte al mar gris y frío para
que se te pongan morados los labios y tengas manos y pies de viejecito mientras
comes una hamburguesota de pescado sentado en la ventana.
Entonces pasa por ahí alguien que tu no conoces y te saluda
por tu nombre y pregunta que cómo estás ahí
sentado y no te compras unas alas de plastilina y te las pones y así no te pasa
nada si te caes porque puedes regresar volando o irte a cualquier otra parte
que quieras. Pero como tú no lo conoces pues no le contestas y mejor te metes a
la recámara y sacas tu traje de astronauta y subes la escalera que cuelga de la
luna y cuando llegas están tus amigos jugando futbol.
Cuando terminan el partido se sientan en la cuna menguante
de la luna y les gritan cosas a los que pasan caminando allá abajo sobre las
calles del mundo, que voltean hacia todos lados y no los alcanzan a ver y tú te
ríes y les vuelves a gritar que están pelones y huelen a caca.
Pero como eres tan tragón te bajas a tu casa y te sientas en
la mesa con forma de cocodrilo y te comes veinte naranjas y diecisiete quesos
amarillos y te duermes y cuando despiertas encuentras muchas hormigas rojas
caminando por tu cama, tus muebles, tus juguetes y ves cómo se llevan a tu
hermanito que permanece dormido bajo el incesante rumor de los insectos, sobre
sus patitas y después te cargan a ti y te llevan a conocer un mundo de azoteas
y tendederos y subes y bajas por todas las paredes y te meten a un túnel húmedo
y fresco y te acuestan en una bóveda y te comienzan a enterrar grano a grano
para cuando llegue el invierno.
Tú estás tan a gusto que duermes durante meses hasta que de
tu panza comienzan a brotar gérmenes y plantas y flores blancas y de tu boca y
tu nariz y tus oídos salen raíces que te hacen cosquillas y cuando te levantas
eres un árbol y te agachas en el río porque tienes mucha sed.
Te quedas parado muchos años sobre la cima de una colina y
cuando te aburres te vas corriendo al cine y pagas la entrada de las abajas y
los pájaros que viven sobre tus ramas y se te acaba el dinero y te metes a
trabajar en una mueblería.
Pero el dueño te quiso partir en pedacitos y hacer un juego
de sillas y el marco de un espejo y mejor te quitaste todas las hojas y
volviste a ser tú antes de ser árbol.