Mira, matar no es el problema, ¿entiendes? Lo mismo da. Es decir, soy un
profesional. Siempre exijo un detallado desglose de los motivos por los cuales
me contratan. No se trata solamente de dinero, ¿entiendes?
La mayoría de las veces mis presas suelen ser hombres de edad avanzada,
viejos a los cuales en más de una ocasión he creído hacerles un favor. El mayor
de los favores, a decir verdad.Soy el instrumento que el destino toma para
cumplirse en ellos, el accidente que los esperaba desde el día en que nacieron.
Por eso no guardo ninguna clase de remordimientos. ¡Estupideces! A mí
nunca me han asaltado pesadillas ni ansiedades o pánicos repentinos, ni
cualquiera de esos temores que dicen sentir algunos arrepentidos en medio de la
resaca. Yo nací asesino como otros nacen poetas. Mi placer es el del artesano,
o, mejor, el del músico que, uniendo las partes de una hermosa sinfonía, se
sirve de su oficio para tener relaciones directas con el misterio creador.
¿Te suena contradictorio? No te culpo, eso pasa cuando no tienes la
certeza de que la muerte no es el punto final de la vida sino el pequeño salto
que nos devolverá al estado primigenio. Quienes tienen miedo a morir siempre
son los que menos cosas hacen con su vida; son quienes eligen sentarse a la
sombra mientras otros bailan desnudos bajo el sol. Esos son a los que mato con
mayor placer: les libero del tedio de estar vivos, y sé que, en el último
instante, un profundo reconocimiento hace mella en su espíritu. He podido ver
gratitud en sus miradas mientras van abandonando esta existencia que tanto los
atormentaba; he sentido cómo se desprenden gustosamente de su historia, de sus
deberes, de sus compromisos idiotas, de sus relaciones vacías, de su
personalidad anodina, sin luchar siquiera por retener los últimos segundos de
luz. Van a la muerte como a los brazos de una madre cariñosa que los librará
del insoportable compromiso de ser hombres y estar vivos.
Como todo, dar muerte a alguien puede ser un arte o un simple acto
irreflexivo. Yo soy un artista y nunca actúo sin antes conocer a profundidad la
materia con la que voy a trabajar. No se trata de que me paguen e
inmediatamente hacerlo. Tengo que saber quién es aquel a quien voy a asesinar.
Aun más: tengo que convertirme en él… o ella. Un laborioso trabajo de
recolección, un seguimiento exhaustivo de todo aquello que lo rodea; andar sus
pasos, ser la sombra de su sombra, cambiar de estatura según la suya,
apropiarse de su manera de andar, su forma de hablar, su forma de agarrar la
pluma, el tenedor, la mano de sus hijos, contraer sus tics nerviosos, sus
manías, sus aficiones y hasta su nombre; ser el doble idéntico, el siamés
separado, el gemelo ignorado, el último espejo que reflejará su rostro...
Sé que no comprendes, que no puedes comprender. Eres como la mayoría:
temerosos y apocados, lleno de prejuicios y moralina utilitaria. Si te dijera
que mi oficio me fue dado por Dios me creerías más loco de lo que ya me crees
¿no? Tú, como todos, piensa que la divinidad nada tiene que ver con la
violencia; que Dios sería incapaz de mandar el daño sobre algo, sobre
alguien.Pues entérate: yo cumplo mejor su voluntad que un sacerdote inútil o un
mojigato hipócrita. Mi alma no será condenada pues ha sido fiel a su
naturaleza; no ha reprimido ninguno de sus fervores, ni tampoco se ha regodeado
sobre un colchón de indiferencia. Cumplo, simplemente, haciendo lo mejor que sé
hacer. Hay quienes son aguas enlodadas, charcos turbios soñando con el mar, y
habemos tormentas que, tomando del mismo mar su esencia, caemos sobre esos
charcos para desbordarlos y hacer algo mejor de ellos.
Veo que es inútil todo cuanto diga. Tu vida ha sido un continuo obedecer
reglas sin que nunca pusieras en duda su utilidad y te la has pasado
resguardado tras el impecable cristal blindado de tu “personalidad”. ¿Sabes
cuál es el verdadero significado de la palabra “persona”? Máscara; eso
significa. Y el único momento en que no utilizamos la máscara, el instante en
que deja de asfixiarnos es precisamente el de la muerte.
Es demasiado tarde, no acostumbro hacer esto. Si me he detenido contigo
es porque nos conocemos desde niños y me gusta mirar a los ojos a quienes voy a
mandar a su velorio. Una vez me dijiste que preferirías una muerte rápida a una
angustiosa agonía.Pues bien, es un favor que te voy hacer con todo gusto.
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