miércoles, agosto 15, 2012

Los (verdaderos) motivos del lobo









Mira, matar no es el problema, ¿entiendes? Lo mismo da. Es decir, soy un profesional. Siempre exijo un detallado desglose de los motivos por los cuales me contratan. No se trata solamente de dinero, ¿entiendes?

La mayoría de las veces mis presas suelen ser hombres de edad avanzada, viejos a los cuales en más de una ocasión he creído hacerles un favor. El mayor de los favores, a decir verdad.Soy el instrumento que el destino toma para cumplirse en ellos, el accidente que los esperaba desde el día en que nacieron.

Por eso no guardo ninguna clase de remordimientos. ¡Estupideces! A mí nunca me han asaltado pesadillas ni ansiedades o pánicos repentinos, ni cualquiera de esos temores que dicen sentir algunos arrepentidos en medio de la resaca. Yo nací asesino como otros nacen poetas. Mi placer es el del artesano, o, mejor, el del músico que, uniendo las partes de una hermosa sinfonía, se sirve de su oficio para tener relaciones directas con el misterio creador.

¿Te suena contradictorio? No te culpo, eso pasa cuando no tienes la certeza de que la muerte no es el punto final de la vida sino el pequeño salto que nos devolverá al estado primigenio. Quienes tienen miedo a morir siempre son los que menos cosas hacen con su vida; son quienes eligen sentarse a la sombra mientras otros bailan desnudos bajo el sol. Esos son a los que mato con mayor placer: les libero del tedio de estar vivos, y sé que, en el último instante, un profundo reconocimiento hace mella en su espíritu. He podido ver gratitud en sus miradas mientras van abandonando esta existencia que tanto los atormentaba; he sentido cómo se desprenden gustosamente de su historia, de sus deberes, de sus compromisos idiotas, de sus relaciones vacías, de su personalidad anodina, sin luchar siquiera por retener los últimos segundos de luz. Van a la muerte como a los brazos de una madre cariñosa que los librará del insoportable compromiso de ser hombres y estar vivos.

Como todo, dar muerte a alguien puede ser un arte o un simple acto irreflexivo. Yo soy un artista y nunca actúo sin antes conocer a profundidad la materia con la que voy a trabajar. No se trata de que me paguen e inmediatamente hacerlo. Tengo que saber quién es aquel a quien voy a asesinar. Aun más: tengo que convertirme en él… o ella. Un laborioso trabajo de recolección, un seguimiento exhaustivo de todo aquello que lo rodea; andar sus pasos, ser la sombra de su sombra, cambiar de estatura según la suya, apropiarse de su manera de andar, su forma de hablar, su forma de agarrar la pluma, el tenedor, la mano de sus hijos, contraer sus tics nerviosos, sus manías, sus aficiones y hasta su nombre; ser el doble idéntico, el siamés separado, el gemelo ignorado, el último espejo que reflejará su rostro...

Sé que no comprendes, que no puedes comprender. Eres como la mayoría: temerosos y apocados, lleno de prejuicios y moralina utilitaria. Si te dijera que mi oficio me fue dado por Dios me creerías más loco de lo que ya me crees ¿no? Tú, como todos, piensa que la divinidad nada tiene que ver con la violencia; que Dios sería incapaz de mandar el daño sobre algo, sobre alguien.Pues entérate: yo cumplo mejor su voluntad que un sacerdote inútil o un mojigato hipócrita. Mi alma no será condenada pues ha sido fiel a su naturaleza; no ha reprimido ninguno de sus fervores, ni tampoco se ha regodeado sobre un colchón de indiferencia. Cumplo, simplemente, haciendo lo mejor que sé hacer. Hay quienes son aguas enlodadas, charcos turbios soñando con el mar, y habemos tormentas que, tomando del mismo mar su esencia, caemos sobre esos charcos para desbordarlos y hacer algo mejor de ellos.

Veo que es inútil todo cuanto diga. Tu vida ha sido un continuo obedecer reglas sin que nunca pusieras en duda su utilidad y te la has pasado resguardado tras el impecable cristal blindado de tu “personalidad”. ¿Sabes cuál es el verdadero significado de la palabra “persona”? Máscara; eso significa. Y el único momento en que no utilizamos la máscara, el instante en que deja de asfixiarnos es precisamente el de la muerte.

Es demasiado tarde, no acostumbro hacer esto. Si me he detenido contigo es porque nos conocemos desde niños y me gusta mirar a los ojos a quienes voy a mandar a su velorio. Una vez me dijiste que preferirías una muerte rápida a una angustiosa agonía.Pues bien, es un favor que te voy hacer con todo gusto.

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Matamoscas*

Ilustración: Zertuche Slecht Leven, Aguascalientes, Ags. México. 2012. Iba a sentarme a escribir pero me puse a matar moscas. No ...