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Ilustración: Manuel Meraz Cervantes; Gómez Palacio, Durango, México. |
Ella llora. Es su
forma de cantarle al mundo. Yo hago limpieza general. Saco las bolsitas de
sangre y las marañas de cabello y acomodo libros que quisiera algún día leer,
algún día tener tiempo. Yo tenía tiempo, antes. Yo tenía veinte. Yo no lloro.
No sé. Mi manera de cantarle al mundo es: No
Sé. Mi voz cubre rangos de bajo hasta soprano, de hombre barbado a mujer
delgada, de hombre triste a mujer triste: ella llora y es una noche perfecta
para no saber. No quiero saber. Hago limpieza general. Los vasos van así. Las
sillas van acá. El refrigerador tiene espacios claros para cada cosa:
legumbres, envases, frutas, sobras. Clarísimos. Ella dice que estoy loco y yo
digo que desde cuándo la locura es orden y la coherencia es caos. Pregunto. No
hay respuesta. Hay orden y hay caos. Hay días. Yo nací un viernes. Ella nació
un viernes. Moriré un día y tal vez ella muera un día igual. Así son las cosas.
Basura todo: acá, aquí, allá. Yo no lloro. Es así y el mundo es grande. Yo soy
un hombre feliz, todas las mañanas salgo de casa a trabajar y canto durante
doscientos cincuenta metros exactos. Canto bien. La gente me mira raro. La
gente no canta porque piensa que cantar en la calle es raro. Canto ahora que
hago limpieza. Ella deja pistas de su existencia por todos lados y a mí me da
por borrar la presencia de los otros.
Pérdida de tiempo. Las
cosas se desgastan y uno antes que cualquiera de ellas. Basura todo, tarde o
temprano. Todo se rompe. No debería pensar en esas cosas; tengo que arreglar
tantas otras: la silla, la lámpara, el baño. Y las situaciones. Y los días.
Ella. Alguien, desde un lugar que no puedo precisar, dicta: todo se soluciona queriendo. Viene
acompañado de árboles en fronda y pajaritos trinando: queriendo el mundo es otro. O la vida es otra. O creyendo, dictan
otros. No Sé. Quizá así sea. Y quizá a unos les sea más fácil que a otros. El
mundo no está mal, eso es literatura. El mundo está bien, es perfecto. Eso
también es literatura. Quizá se trate solamente de gustos literarios. O de
autismo. Yo, al hacer limpieza, me doy cuenta de mi lectura tendenciosa de los
hechos: siempre hay algo que anda mal, algo torcido, bajo, sucio. Pero no estoy
loco, puedo pensar también de la otra forma. A veces lo hago; algunas adrede,
otras sin darme cuenta.
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