Esta canción se canta
con cuatro cigarrillos
encendidos en la boca
Se canta en las noches calurosas
vacaciones de verano
sudando
rodeado de cervezas
Es buena para nada
como todo lo realmente bueno
y es amarilla y pelirroja
ligera
tibia
un tanto cuanto amarga
un tanto cuanto boba
Habla de cosas sencillas.
Es una canción como cualquiera otra
perdida entre millones Una de esas
que descubres un día
grabada en el hipotálamo
y la reconoces íntima
clara
tuya
a pesar de tus años
y de tus lúgubres aficiones
Porque es una canción
ante todo
emparentada con la sonrisa
y dan ganas de cantarla
muy bajito
al oído de cualquiera
Canción que descubre lo que estaba ahí
frente a nosotros
No oculto
sino ignorado
olvidado
sucio
como si de pronto cayéramos en la cuenta
de la falta que nos hace.
Canción piyama
Y canción vacuna
Canción paraguas
Canción sanguínea
Canción ropero
Y canción alforja
Canción secreto
Canción veleta
Canción para hombres solos y mujeres gordas
Canción callada
silenciosa:
sábado, abril 28, 2012
viernes, abril 27, 2012
Impotencia
Quisiera poder escribir como esos señores
que antaño usaban sombrero, morfina y pipa, rebuscados y elegantes, cofres de
palabras que ya nadie usa, que ya ni dicen los que ahora escriben -que ya no
son señores sino chamacos con ínfulas de genios de la botella conectada al
galpón numerológico-, palabras que remitían al sitio de donde las palabras
nacen, el útero verborrea, la diarrea intelectual, el mediodía sin quehacer, y
escribir acerca de seres humanos con cara de personas, con pies de bípedos, con
sentimientos de pertenencia, con términos de esos que ni mi abuelita sabe qué
significan, que suena tan a libro, tan a tinta azul, con forma de letra
manuscrita y reflexión profunda.
Escribir como si de eso se tratase todo esto, como si la realidad no sirviera más que para olvidarla junto con sus prisas y sus asesinos y sus sagaces secuaces de corbata y armiño. Escribir con la misma afición que el hambriento toma asiento a la mesa gratuita y saborear letra a letra el platillo que hemos de devorar con minucia, con cuchillito y tenedor, servilleta para comisuras y agüita mineral. ¡Qué me importan a mí los postmodernos discípulos de la modernidad post mortem! Bastante idiota esto de sentarse frente a la pantalla idiota y despertar a la musa a base de pinchazos de ceniza y alcohol, de ironías para adolescentes perennes y sarcasmos de derrotado campeón…
Algo así como aquello de que por calles
empedradas por los habitantes de una villa de la edad media caminaba un tipo
flaco, enjuto, esmirriado, con un extraño ropón color violeta rematado con un
sombrero de bufón triste, con mirada de ser asiduo a la noche mal iluminada por
velas de cebo de marrano, de manteca de cuervo, de grasa de hormiga y leche de
araña y…
No.
Algo como aquello de que por calles aterradas y bifurcadas, entorpecidas por fabadas y chorizos amarillos, cabalgaba un tipo viejo y loco y con dragones en la boca y gigantes en los ojos y princesas en el pecho y libros de maricones para el diván freudiano…
No.
Algo como aquello de que una jovencita de buenas carnes y blancas esperanzas, atenta hija y afable vecina, se casa con un médico rural con no muchas expectativas a futuro, con barba de esas que los antiguos escritores de sombrero, morfina y pipa llevaban a sus comilonas en honor de la letra escarlata, del tren siberiano, del dios hermafrodita y los vinos de Borgoña…
¡No!
Quisiera poder escribir como quisiera
escribir desde que tengo conciencia de que escribir es la forma que me ha
tocado para escapar del escape interminable de mí mismo. Escribir como se
siente necesidad de ir al baño y prender un cigarrillo, de salir a caminar y
sentarse bajo un árbol, de besar a tu mujer y dormir a su lado, usando palabras
que no tengan nada que ver con mis conciudadanos –que para lo que me importan los
desdichados-, nada que ver con lo que ayer me pasó cuando fui a comprar leche y
me tropecé con una cartera llena de condones caducos y fotografías de niños
sodomitas. Escribir antes que decir, después de pensar.
Y no puedo.
Humo
¨
- ¿Señor?
- ¿Qué pasó?
- Disculpe, pero está prohibido fumar.
- No me digas.
- Sí.
- Y yo que estaba a punto de pedirte un cenicero.
- Lo sentimos.
- ¿Quiénes?
- Pues... nosotros, el restaurante.
- “Nosotros, el restaurante”. A ver, explícame eso.
- ¿Cómo dice?
- Sí, ¿cuál es tu nombre?
- Roberto.
- ¿Cuántos años tienes?
- Diecinueve.
- Diecinueve... Bien, Roberto, explícame/
- Señor, su cigarro...
- /¿cómo es que de ser un individuo – fíjate bien: in-di-vi-duo – te
transformas en un grupo indefinido y luego en una cosa, en un lugar, un
negocio?
- ... ¿qué?
- “Nosotros, el restaurante”. Vayamos por partes; cuando dices “Lo
sentimos”, ¿a qué te refieres?
- A eso, señor: a que tiene que apagar su cigarro.
- No, mira, es muy interesante. En el momento en que dices eso dejas de
ser Roberto, el individuo, y te conviertes en sociedad anónima, pierdes los
márgenes, desapareces. ¿Cuántos son los que lo sienten? ¿Dónde están? ¿Quiénes
son?
- Por favor, deje de fumar.
- ¿Eres tú, Roberto, quien me lo pide o ese “nosotros” que todavía no me
explicas?
- Soy yo, Roberto, quien se lo pide.
- ¿Fumas, Roberto?
- Sí.
- ¿Y en qué te molesta el que yo lo haga?
- En realidad no me molesta, sólo cumplo con mi trabajo.
- ¿Tú trabajo es prohibir a los demás que hagan lo que tú mismo haces?
- Mi trabajo es hacer lo que me ordenan.
- ¿Quiénes?
- Mi jefe.
- Otra vez me confunde tu sintaxis.
- Ya no fume.
2007-11-26
jueves, abril 26, 2012
El nombre que mata
El nombre que mata salió disparado de tu garganta, explotó en tu boca y en un segundo partió en dos al aire, al muro de tu casa, la tranquilidad del vecindario, con sus letras en combustión, dejándote seca por dentro, rotos los labios.
Lo presentí, sentado en mi recámara, antes de que su vibración tomara por asalto a la ciudad. Algo en la luz cambió, algo en mi sangre tornose pesado y lento. Todo cuanto fue tocado por el nombre se perdió en la sombra, cayó al suelo, dejó. La perpendicular de su destino trazó un raíl de minúsculos cadáveres y objetos repentinamente envejecidos; una suerte de rastro apenas perceptible, como dejado por un trépano invisible y veloz.
Supe lo que habías hecho (que lo habías hecho) y pude verte consumida en cenizas, desapareciendo milímetro a milímetro, desde dentro. Ni siquiera intenté escapar; ambos sabíamos que una vez liberado, una vez dicho, su final era el nuestro. Y sentí miedo; dejé de ver y oír, como encerrado de pronto en una cápsula de compresión. Luego, me abandoné sin defensas. Pensé en los distintos colores de tu cabello, en el gesto de tu rostro, y asentí gravemente, comprendiéndolo todo. Un último y profundo suspiro, mirando nada, con la mueca del que sabe que ya nada más habrá de saber, repentinamente iluminado.
Aquí viene ya.
Inflación
a Carmen
te voy a inflar de nuevo
soplando por el dedo gordo de tu pie derecho
porque no me gusta este estilito tuyo
tan esbelto y fotogénico.
no me gusta que de pronto seas hermosa
sólo porque ser hermosa requiera una talla 5
como esas muñequitas enfermizas desde el molde.
quiero que vuelvas a tus formas orondas
y se rehumedezcan de sudor tus pliegues
marlboro light perpendicular entre los labios
desaliñada
gajo de toronja
esponja de baño
colchón de carne blanca
tibia
y temblorosa.
espero que de vez en cuando te embutas paquetes de mc donalds
combos de nachos, palomas y refresco
twinky wonders
capuccino moka
despatarrada en tu salita
cobijada de las piernas
piernas fofas y abundantes
con tu colección de películas lacrimógenas
dispuestas de viernes a domingo.
será que uno se acostumbra
al paisaje que representa el otro
a sus grietas y protuberancias
a sus cimas y rebordes
y cuando la civilización interviene
con manos y aparatos de nombres europeos
algo indefinido se pierde para siempre
algo irremplazable
a favor de una estética concreta.
y sí
ahora que tus discusiones resultan graciosas
y te ha dado por componer poemitas de amor
y exiges que te quieran más que nunca
y te ríes porque reírse es lo que te toca
ahora que eres hermosa
te vuelven a buscar aquellos que habías dado por muertos
muertos así como están.
no me malentiendas
estoy de acuerdo con el espejo.
sé que eres insegura
como lo somos todos los vanidosos.
es sólo que pienso que a la naturaleza
hay que dejarla extenderse como síntoma de plenitud.
por eso quiero inflarte de nuevo
porque esa es tu ligereza
no esta languidez de lirio preso.
total
para como van las cosas
ser gorda pronto estará de moda.
miércoles, abril 25, 2012
Mi tío Humberto.
El niño: Uuuhhh...
La niña: Ainssss...
Los conejitos: jijijiji
Todos no saben todo.
Vicente Huidobro
Sólo quiero que escuches la historia de mi tío Humberto.Era alérgico al polen y siempre tenía la nariz colorada y los ojos vidriosos. En realidad era alérgico al aire: todo lo que viajaba en él lo lastimaba. Tenía cuatro muelas de oro y podía recitar el abecedario en un solo eructo.
Buena gente, mi tío Humberto. Se casó con una bruja de magia blanca, nada peligroso. Todos sus hijos murieron a los cuatro años. Tuvo doce. Le gustaba jugar fútbol todos los domingos y después beberse un cartón de cervezas él solito. Era portero.
Se fue a jugar, pues, y en el momento en que viajaba por los aires para detener un tiro chanfleado al ángulo derecho, lo picó una abeja en un cachete. La pelota entró y mi tío cayó aterrorizado al suelo. Los contrincantes celebraron el gol y los compañeros se culparon unos a otros. Mi tío se levantó de un salto y comenzó a correr con rumbo a los vestidores en busca de su medicina. No llegó; las piernas y los brazos se hincharon en segundos y era imposible definir dónde comenzaba la cabeza y dónde acababa el cuello. El cuerpo de mi tío era un tumor creciendo justo en la media cancha y nadie supo qué hacer. Una bola de carne restirada y manchada de moretones oblicuos se revolcaba en sus narices, emitiendo guturales alaridos y destrozando los shorts y la camisa, como un Hulk a punto de nacer.
Mi tío Humberto reventó ahí mismo. Su carne se rompió y dejó escapar litros y litros de un líquido rosado y fragante. Todos vieron anonadados cómo la materia corporal se disolvía sobre el pasto, en un proceso orgánico a la velocidad de la luz, dejando solamente aquel adorable e indefinible aroma en el aire.
Cuando nos llamaron para comunicarnos lo ocurrido y fuimos presurosos al lugar del accidente, nos encontramos con un montón de futbolistas aficionados hincados y tomados de las manos, en una especie de comunión mística, alrededor de un macizo de girasoles muy grandes plantados en el medio campo.
Dejaron de rezar y nos contaron que ahí mismo era donde mi tío había caído, que los girasoles nacieron y crecieron espontáneamente, que ellos estaban maravillados y que las cuatro muelas de oro, única prueba de que aquello era mi tío, estaban todavía en el lugar en que quedaron.
Mi tía Laurita, su esposa, entró en la floresta y encontró las muelas. Apenas estuvo nuevamente fuera, ella gritó: “¡Abejas!”
La cancha cerró durante quince días. La cantidad de abejas llegó a números apocalípticos y los residentes de los alrededores estaban literalmente paralizados dentro de sus casas.
Curiosa labor para el H. Cuerpo de Bomberos: incendiar un campo, apagarlo, fumigarlo, desyerbarlo y dejarlo ahí, hecho trizas.
Todos los bomberos fueron picados.
Ninguno desertó.
Mi tía Laurita se encerró en su recámara y se tragó una a una las muelas de su marido. Desnuda, se paró frente al espejo. Tomó unas tijeras y cortó a tajos su largo cabello negro. Después se acostó en la cama y esperó. Su vientre comenzó a calentarse y suaves ondas le ablandaron los huesos. Con un dolor sólo comparable al del parto, comenzó a orinar un chorro de oro fundido que acabó por deshacerle las entrañas.
- ¿Por qué me cuentas todo esto?
Seamos sinceros: mis favoritos son quienes me leen...
martes, abril 24, 2012
Lo políticamente correcto, el feminismo y otras mierdas
dedicado a mi mamá, mis
hermanas, mi mujer y mi hijita
El problema es siempre sexual. Lo sexual no siempre se refiere a la relación
genital, brutos, sino a los arquetipos y sublimaciones de cada uno de los
sexos. Y esta nueva era que comienza trae una carga feminista (una malformación
de lo femenino) que, a mi entender, está deteriorando el edificio cultural
nuestro a un ritmo espeluznante.
Que somos machistas, lo sabemos. Que eso está mal... bueno, eso dicen las mujeres
(ciertas mujeres, hay que decirlo así) y los pelmazos que vociferan una
igualdad inexistente, o mejor, imposible entre Equis y Yes. El machismo, como
principio dinámico, conlleva la dialéctica de construcción-destrucción, la
puesta en escena del domino vertical en el ordenamiento de los pueblos. ¿Y cuál
es el problema en ello? Puestos en el lado contrario, serían pues los
principios de conservación y de igualitarismo los que entrarían en conflicto
con el machismo. Pero no es así. Lo que hay es un afán feminista por ser igual
al macho que tanto dicen despreciar. Es decir, un continuismo
deformado.
Alegan que lo que buscan es el reconocimiento de derechos civiles, pero fácilmente
degenera en la ambición del poder que les ha sido escamoteado. Un ejemplo: los
Estados Unidos de América es, desde hace tiempo, un campo mujeril. Ya son
varios los gringos que escucho quejarse amargamente de sus mujeres. “Mandonas,
gritonas, histéricas”, son, más o menos, los adjetivos con las que las describen.
Tal vez no haya mucha diferencia entre este retrato y el que todos podemos
hacer de las mujeres en el mundo entero. La diferencia es quelas mujeres
norteamericanas son las que mandan en casa, y quien no sepa lo que eso
significa dentro de un Imperio, pierde de vista la carcoma que
trae a todo el tinglado.
Las (y los) feministas son histéricas, consumistas, metiches, chismosas y
se arrogan poseedoras de la Conciencia Mundial. Ese meter las narices en los
pueblos de culturas distintas a la cristiana-occidental (ah, porque es acá
donde germina este moho corrosivo) para llevar a todo el mundo sus conceptos
igualitarios. ¿Que eso no está mal? ¿Entonces por qué se ponen como perras
cuando se le hace ver que eso mismo es lo que buscan y hacen los imperialistas
que “implantan” la democracia por medio del fusil y los escuadrones de paz de
la ONU?
Es el dinero lo que les ha dado tal talante y creen que con dinero se arregla
el asunto, cualquier asunto. Por eso en nuestros países la mujer aún sigue sin
“empoderarse”. Y aquí es donde debo decir que esto no pretende ser una apología
del machismo sino un comentario acerca de lo que se ve venir. Porque si bien la
mujer latinoamericana aún no alcanza las ganancias de la gringa o la europea,
es evidente que carga con la manutención de muchas familias a lo largo del continente.
Más temprano que tarde esto revertirá la lógica acostumbrada, seguramente, pero
acá toparán con muro, ya que no es lo mismo el carácter liberal de aquellos que
el represivo de los nuestros. (Seme ocurre que la Guerra tiene mucho que ver en
el pesimismo inherente a aquellos pueblos, a sus hombres que, espantados de sí
mismos, deciden ceder el poder a sus mujeres porque, supuestamente, ellas no irán
a Irán a romperle la madre a esos pobres...) (Estados Unidos, en cambio, está
tan humedecido por los efluvios mujeriles que más me parece la Roma decadente,
dispuesta a ser violada por la primera horda de bárbaros que se presente). Veo,
pues, que al ritmo de sus derechos ganados se afianza más el machismo más recalcitrante.
Repito: ser macho (machista, pues) es cultura pura. Una cultura en la que han
crecido mujeres excepcionales, brillantes, que han sido amadas y reverenciadas.
El machismo ha dado a luz al romanticismo amoroso y a la caballerosidad. Es su
concesión a ese eterno femenino. Pero también está su asignación violenta y denigrante,
cada vez más evidente, más a la vista de todos, en este nuevo versus entre
desiguales. En España, por ejemplo, la cuota de violencia contra las mujeres es
mucho mayor que en cualquier otro país de Europa, y en eso tienen mucho que ver
sus atavismos culturales católicos-machistas. Los mismos que nosotros cargamos.
La incomprensión del macho hacia lo femenino no se arreglará a base de
modificaciones al reglamento civil, como tampoco se dejará de discriminar al
homosexual o de condenar el aborto por decreto. O de clasificar a todo el mundo
según los conceptos en los que los acomodamos. “Sexoservidora” no le quita ni
un gramo a “Puta”, ni “Gay” hace menos marica al maricón. Lo único que hacen es
darle una limpiadita a la vitrina en que los hemos acomodado.
Si en verdad hubiese una intención de cambio por parte de las mujeres, creo
que deberían de empezar por darse cuenta de que con su “empoderamiento” lo
único que están haciendo es engordar el rebaño consumista creado por el mundo
machista. Ocupar cargos de mando no es cambiar nada, bestias; la verticalidad
sigue igual, solo que con cambios hormonales cada 30 días. En su entusiasta
toma de poder están dejando de lado todo el respeto que ese machismo espantoso
les concedía. Es lógico: si eres mi igual en esta competencia absurda y rapaz,
el que abiertamente te mande a chingar a tu putísima madre viene incluido en tu
nuevo paquete de concesiones, pendeja.
Nada tan mata-pasiones que una mujer mal hablada, disculpen ustedes. Nada tan
inútil como una mujer que no sabe preparar una buena sopa. Nada tan espantoso
como una mujer que no quiere cuidar a sus hijos (dejemos de lado a las que no
quieren tenerlos, esas son hombres confundidos). Todo el discursito
feministoide está fundado en la voracidad del mercado que requiere nuevos
tarados continuamente. Pregunten a un mercadólogo cualquiera quiénes son sus
targets favoritos.
Yo desearía, en todo caso, que el principio femenino se impusiera.
Eso sí sería un cambio, una revolución, un punto y aparte. Porque el principio
femenino es de conciliación; es sensual y creativo; tiende a la preservación de
la especie, lo cual es más importante que el afán civilizador, o su complemento
ideal, mejor dicho. El principio femenino está casi en las antípodas del
principio capitalista-consumista que tanto daño ha hecho al mundo. El principio
femenino revertiría el orden hacia una nueva comprensión del mundo. Revertiría
la carrera estúpida del “avance tecnológico” que sólo ha traído embrutecimiento
y soledad masiva, y haría ver el infantilismo que hay detrás de todo afán de dominación.
Por algo los primeros habitantes hicieron de la figura femenina la representación
de lo sagrado. La Madre Universal es ahora una histérica insoportable a la que
hay que dar un par de chingadazos para que se desapendeje y vuelva a guiarnos
por el buen camino.
sábado, abril 21, 2012
En el Homenaje
Audiovisual que se presentó en el Homenaje a Fernando, CIELA-Fraguas, abril, 2012.
Hecho por su amigo El Gus.
miércoles, abril 11, 2012
Frida S Abarca
Frida Sánchez Ríos Abarca
Lugar de nacimiento: Petatlán, Guerrero
Lugar de residencia: México D.F.
Fecha de nacimiento: 22 de febrero de 1988
Grado de estudios: Licenciatura
Profesión: Artista visual
E-mail: frida_sra@hotmail.com
www.facebook.com/frida.s.abarca
Cuando me veas barbón y usando sweater cachemir |
Carol Gómez Pelegrín
Carol Gómez Pelegrín
16 de febrero de 1977.
Mi gusto y pasión por las letras eclipsaron desde niña mi cierto talento con el dibujo y la pintura, y los estudios realizados estuvieron dirigidos hacia esa otra vertiente artística. El arte plástico siempre quedó como una asignatura pendiente y, más allá de eso, la sospecha de no tener ni la inventiva ni el talento suficiente. Han sido estos textos de Fernando Paredes lo que más me han aproximado a mi vocación como ilustradora y los que indudablemente me han dado un valioso motivo para inspirarme.
carolgp77@hotmail.com
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Epitetos-poesías-pituitarias |
David Cea
David Cea Y Caballero
Nació el 21.03.77 en Aguascalientes, Ags.
Mismo lugar donde reside.
Lic. en medios masivos de comunicación.
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No hemos luchado por nada |
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Jorge al final |
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